Empezando Marvel’s Spider-Man hay una escena en la que nuestro héroe, que en se arrastra por los respiraderos de un edificio que se encuentra a punto de colapsar, necesita tiempo para recibir una llamada de su querida tía May. May solo quiere saber cómo está Pete, sin saber en lo absoluto que en ese momento se enfrenta a bandidos y salva personas, momentos antes de enfrentarse cara a cara con un gran némesis. En fin, es otro día normal en el barrio.
Lara Croft ha emprendido un viaje personal desde el impresionante reinicio de Tomb Raider en 2013, desde una inexperta graduada de arqueología hasta superviviente experimentada. Cuando nos encontramos con Lara en Shadow of the Tomb Raider, ya no corre; está cazando a la organización militar Trinity y sus líderes, obsesionada con la dominación mundial, intentando dar un paso adelante y convertir sus planes en cenizas.
Gran parte de mi reciente sesión de dos horas con Detroit: Become Human me llamó la atención, pero lo que más persiste es el deseo de responder a mi principal pregunta: ¿que tal si?
¿Qué pasaría si hubiera tomado un camino diferente? ¿Qué pasaría si hubiera respondido algo de forma incorrecta? ¿Qué pasaría si no hubiera mostrado moderación en ese momento? ¿Las cosas hubieran permanecido igual? La belleza de Detroit: Become Human es que con cada decisión y acción, sin importar cuán aparentemente pequeña sean, el jugador tiene una visión directa del mundo que podría haber sido.
